En caída libre. Atlético Tucumán encajó su cuarta derrota en los últimos cinco partidos, esta vez ante un limitadísimo rival como lo es Deportivo Riestra. La postrera caída por 2-0 en el estadio Guillermo Laza da fe: el “Decano” que hace un mes y pico desembarcó en el Monumental con chances de convertirse en líder provisional de la Liga y cayó goleado a manos del River de Marcelo Gallardo, no existe más, o al menos está escondido a la vista de propios y extraños.
En un partido que mayormente fue un verdadero dolor de ojos, Atlético prolongó su statu quo del último tiempo: frágil y vulnerable en defensa, inocuo en ataque.
En Villa Soldati, el conjunto de Facundo Sava apenas si generó alguna situación de gol y su juego aburrió casi tanto como la previsible apuesta del equipo anfitrión. Lo peor de todo es que cuando parecía que al menos se llevaría un punto de regreso a Tucumán, se desplomó. Los goles de Jonathan Herrera y Alexander Díaz en espacio de apenas tres minutos supusieron el golpe de gracia para el “Decano”.
Las más claras para Atlético se habían dado en el arranque del complemento, con una deficiente definición de Franco Nicola desde una inmejorable posición y un remate de Mateo Coronel enviado al córner por Ignacio Arce, uno de los destacados del equipo del “Ogro” Cristian Fabbiani.
Riestra es pragmatismo en estado puro. Y también criterio de realidad. Quizá como ningún otro equipo en Primera división, el “Malevo” sabe de sus limitaciones y no intenta ser (o aparentar) lo que no es (jamás lo verán jugando desde abajo en una salida desde su arco).
Con su juego directísimo, su afición por la segunda pelota, su disciplina en la marcación, más las reducidas dimensiones de su cancha, normalmente logra complicar los planes de adversarios, modestos o más que bien pintados.
Y eso sucedió con Atlético en la primaveral tarde porteña de viernes. Al “Decano” se lo vio incómodo desde el arranque, sin poder hacer pie futbolístico en el Guillermo Laza. Es verdad que durante el primer cuarto de hora la visita merodeó el área de Arce. Pero se jugó a lo que quiso el equipo del “Ogro”.
Intentar llegar con pelota al piso, triangulaciones y precisión en velocidad se transforma habitualmente en una quimera en Villa Soldati. El conjunto del “Colorado” lo hizo una vez, cuando se asociaron Renzo Tesuri y Adrián Sánchez –puntos altos en la visita- para habilitar a Mateo Bajamich. Al delantero le faltó precisión ante el achique del exarquero de San Martín de Tucumán. Y Nicola erró a un par de metros del arco.
En el primer tiempo, el local tuvo una sola chance, esa jugada en que el siempre inquietante Herrera despertó a todos de la siesta con un misil al primer palo que Tomás Durso sacó al córner en gran forma.
Con su esquema de tres centrales y todo, Atlético intentó mucho por la punta derecha de su ataque, donde Tesuri se encontraba con Bajamich o Coronel y también con el movedizo Sánchez. Nuevamente, el entrenador “decano” demoró demasiado en mover el banco. Cuando lo hizo, fue la hora de Marcelo Estigarribia por el inocuo uruguayo Nicola. Más peso en el área no significó demasiado. Y al “Pulga” Luis Miguel Rodríguez lo puso recién cuando se rompió el cero.
Parecía que el partido moriría sin más, con una contra que desperdició Herrera y ese supuesto penal de Nicolás Romero sobre el goleador de Riestra que el árbitro Sebastián Zunino fue al VAR a chequear, sin que las imágenes lo convencieran para sancionarlo.
El empate a cero era ya un duro calificativo, ni hablar de una derrota por dos goles. De los últimos 15 puntos, Atlético sumó solo uno. La crisis futbolística es ya indisimulable.